La vida en las sociedades "modernas" es una auténtica locura, cientos de tareas que nos imponen y que muchas veces nos auto-imponemos, nos hacen ir corriendo a todas horas, ¿Con qué finalidad? ¿Todo esto nos hace felices? ¿Dejamos algún hueco para el amor?
Vivir en una gran ciudad se podría decir que es sinónimo de estrés. Cuanto más grande es la agrupación de personas que conviven en una población más cosas parece que estamos obligados a hacer con menos tiempo para ejecutarlas. Muchos son los casos en los que nuestra propia mente nos impone tareas, más y más... esto mismo se lo trasladamos a nuestros pequeños, adjudicándoles nuevas actividades, a la vez que van creciendo.
Todo ello para hacernos más competentes, más preparados para poder llegar alto en la materialista escala social... pero, ¿Alguien se ha parado a pensar si somos realmente felices haciendo todo este tipo de cosas? ¿Nos queda tiempo para disfrutar? ¿Somos conscientes que nuestra vida aquí tiene fin y que todas las propiedades materiales que hagamos aquí se quedarán?
Pararse a reflexionar en todo ello nos puede llevar a la conclusión que muchas de las tareas que hacemos a lo largo de nuestras vidas, las hacemos por obligación. Trabajar es necesario para poder ganar dinero que nos permita comprar cosas para vivir, así mismo, estudiar es imprescindible para poder aprender materias que nos permitan realizar un trabajo con el que ganarnos el salario. Las relaciones con las demás personas también son indispensables como veíamos en una pasada entrada: La amistad: Fuente de Felicidad. Éstas son un pequeño ejemplo de las muchas actividades que pueden ocupar nuestro día a día.
El problema en sí no son estas actividades, sino el nivel al que las llevamos en las sociedades técnicamente avanzadas y sobretodo en los grandes núcleos de población. Las personas lo queremos todo ya, a la vez, los demás nos exigen que nosotros actuemos con la misma velocidad a la hora de entregarles algo. La ambición materialista, sentimiento terriblemente destructivo, provoca esta aceleración del tiempo (quiero más cosas en menos tiempo), hemos antepuesto la velocidad a la calidad, hemos creado una espiral de estrés de la que parece difícil salir, nuestra mente material nos introduce más en ella y nos recuerda que no hay salida... ¿Es posible vivir en una sociedad así a un ritmo más lento, más natural?
¡Claro que es posible! Como en todo lo que comentamos en este blog, sólo hay que cambiar el ángulo de enfoque con el que vivimos esta vida, cambiar la mentalidad colectiva, pero para ello hemos de empezar por nosotros mismos. Veamos algunos consejos que nos pueden ayudar:
Muchas gracias por leer mis palabras.
El problema en sí no son estas actividades, sino el nivel al que las llevamos en las sociedades técnicamente avanzadas y sobretodo en los grandes núcleos de población. Las personas lo queremos todo ya, a la vez, los demás nos exigen que nosotros actuemos con la misma velocidad a la hora de entregarles algo. La ambición materialista, sentimiento terriblemente destructivo, provoca esta aceleración del tiempo (quiero más cosas en menos tiempo), hemos antepuesto la velocidad a la calidad, hemos creado una espiral de estrés de la que parece difícil salir, nuestra mente material nos introduce más en ella y nos recuerda que no hay salida... ¿Es posible vivir en una sociedad así a un ritmo más lento, más natural?
¡Claro que es posible! Como en todo lo que comentamos en este blog, sólo hay que cambiar el ángulo de enfoque con el que vivimos esta vida, cambiar la mentalidad colectiva, pero para ello hemos de empezar por nosotros mismos. Veamos algunos consejos que nos pueden ayudar:
- Cada cierto tiempo, al menos un par de veces al año, detente a pensar en lo que estás haciendo en tu vida. ¿Lo que haces te hace feliz, te realiza como persona? Lee, ¿Sabes qué deseas realmente? te ayudará mucho en este punto.
- Escoge cosas que realmente quieres hacer en tu vida, no todo lo que haces es realmente importante, de hecho, nada de lo que hacemos en esta vida tiene tanta importancia como para arrebatarnos la felicidad, recuerda Ejercicios de Felicidad (I). Elige bien lo que realmente deseas hacer y gozarás de mayor tiempo para ti. Este post te puede ayudar con tu lista: ¡Tus deseos son ordenes para mí! (Segunda parte)
- Convierte las tareas que haces en tu vida en un juego divertido para ti, no quieras llegar a la meta lo más rápido posible, el fin no justifica los medios, sino que disfruta del camino hacia ella, y ésta se acercará a ti; por ejemplo, si tu objetivo es conseguir una pareja con la que disfrutar plenamente del amor, no te obsesiones, ni te precipites, conoce tranquilamente personas y más personas, hazte un experto/a en el arte de conocer a las personas, disfruta del proceso, la persona adecuada llegará.
- Siempre hay obstáculos en el camino que pueden provocar emociones desalentadoras o negativas. Deja que pasen, acepta y persevera, tu fe en ti y tu fuerza de voluntad te han de mantener constante en tu camino, no corras, los sentimientos negativos pasarán igual que lo hace la tormenta que cuando acaba deja paso a un precioso y soleado cielo azul.
- El perfeccionismo es un gran error, no siempre se han de reunir las circunstancias perfectas para continuar con la búsqueda de nuestro objetivo. Ser realista es mucho más práctico y entender que aunque las cosas ahora no sean las más propicias, tenemos que seguir remando en la dirección a la que queremos llegar. De este modo, cuando las cosas parecen ir más a nuestro favor, avanzaremos rápidamente sin tener que correr.
Muchas gracias por leer mis palabras.
Otros temas para tu felicidad:
- Relaciones de pareja: ¿Por qué el amor-odio?
- Drogas: Camino equivocado a la felicidad
- ¡Tus deseos son ordenes para mí! (Primera parte)
- La amistad: Fuente de Felicidad
- La felicidad: Divino tesoro...
- La meditación
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